Poemas en cuerpo y alma - CARLOS MARZAL

Juliana Mediavilla Pablo


Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona.



Ha compaginado su trabajo como docente con su afición por la poesía.



Es miembro del grupo poético METÁFORA, adscrito a la biblioteca Mercè Rodoreda, en el que participa en la organización de diferentes actividades en torno a la poesía: talleres, recitales, tertulias poéticas, etc.



Escribe asiduamente en el foro poético poesiapura.com y se reúne en Barcelona con un grupo de poetas del mismo foro que dio lugar a la formación del Grupo Poético Laie, con el que colabora en diferentes proyectos poéticos.



Desde su trabajo como docente, ha participado en diversas publicaciones en revistas de los diferentes centros de Secundaria, así como en otras de ámbito local.



Publicaciones:



-EL MALETÍN (la luz de la memoria) Ed. Soria Edita 2004 (libro de relatos)



-Experimento poético. Ed. EDUCARTE 2006 (antología poética)



-Versos diversos. Ed. Ediciones Atenas 2007. Antología Grupo Poético Laie.



Carlos Marzal



Valencia, 1961 es uno de los principales representantes de la poesía de la experiencia, que dominó la lírica española en los años 80 y 90. Numerosos críticos incluyen también en este grupo la obra de autores como Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes o Vicente Gallego.


Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia, durante sus diez años de existencia codirigió Quites, revista de literatura y toros. La obra poética de Marzal alcanza su punto de mayor éxito con la publicación de Metales pesados, poemario que tras su publicación consigue los premios Nacional de Poesía y de la Crítica. El año 2003 obtuvo el Premio Antonio Machado de Poesía y en 2004 el XVI Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe por su obra Fuera de mí. Ha debutado en la narrativa con la novela Los reinos de la casualidad (Tusquets, 2005), considerada como la mejor novela del año por el suplemento El Cultural del periódico El Mundo.


Ha traducido del valenciano la obra poética de Enric Sòria Andén de cercanías (Pre-Textos, 1995).




 Poemas en cuerpo y alma
 
Se ha hablado mucho de la forma y el fondo de los poemas, de las ideas o conceptos y la expresión que los sustenta. Esta relación entre continente y contenido, entre lo que se dice y cómo se dice, ha sido objeto de sesudos analistas y de expertos en crítica literaria. Así la poesía se ha sometido a despiadadas disecciones que sus autores nunca hubieran imaginado.
Está ya muy demostrado que es ese maridaje entre forma y fondo, esa relación indisoluble de ambos aspectos, lo que nos habla de la calidad del poema. Por mucho que se estudien por separado, imposible disociarlos porque ambos se sustentan entre sí.
Pero el poema, nos referimos al buen poema, tiene también entre forma y fondo su toque milagroso: un chispazo divino que lo individualiza y lo universaliza a la vez. Por eso a mí me gusta hablar del cuerpo y del alma de los poemas, porque el hombre, el Dios-poeta, los hace a su imagen y semejanza y sabe que cuando los aliente han de salir a la vida con esa doble carga material y espiritual con la que venimos al mundo los seres humanos.
El grupo poético Metáfora, adscrito a la Biblioteca Mercè Rodoreda de Barcelona, se caracteriza por ser un grupo de trabajo en torno a la poesía y a su divulgación. Durante este curso ha realizado un taller de comentario de textos poéticos. Para estos comentarios se escogieron poemas de cada uno de sus componentes, alternándolos con poemas de autores consagrados, cultivadores en su mayoría del verso libre o del verso blanco. Los autores seleccionados fueron los siguientes: Luis Cernuda, Aurora Luque, Carlos Marzal y Jordi Virallonga.
Nos complace compartir con los amigos de La Náusea algunos resultados en esa búsqueda del cuerpo y del alma de los poemas.


CARLOS MARZAL- EL ORIGEN DEL MUNDO




El origen del mundo


Carlos Marzal
A Felipe Benítez Reyes


No se trata tan sólo de una herida
que supura deseo y que sosiega
a aquellos que la lamen reverentes,
o a los estremecidos que la tocan
sin estremecimiento religioso,
como una prospección de su costumbre,
como una cotidiana tarea conyugal:
o a los que se derrumban, consumidos,
en su concavidad incandescente,
después de haber saciado el hambre de la bestia,
que exige su ración de carne cruda.


No consiste tan sólo en ese triángulo
de pincelada negra entre los muslos,
contra un fondo de tibia blancura que se ofrece.
No es tan fácil tratar de reducirlo
al único argumento que se esconde
detrás de los trabajos amorosos
y de las efusiones de la literatura.


El cuerpo no supone un artefacto
de simple ingeniería corporal;
también es la tarea del espíritu
que se despliega sabio sobre el tiempo.
El arca que contiene, memoriosa,
la alquimia milenaria de la especie.


Así que los esclavos del deseo,
aunque no lo sospechen, cuando lamen
la herida más antigua, cuando palpan
la rosa cicatriz de brillo acuático,
o cuando se disuelven dentro de la hendidura,
vuelven a pronunciar un sortilegio,
un conjuro ancestral.
                                             Nos dirigimos
sonámbulos con rumbo hacia la noche,
viajamos otra vez a la semilla,
para observar radiantes cómo crece
la flor de carne abierta.


La pretérita flor.


Húmeda flor atávica.
El origen del mundo.


De "Metales Pesados" 2001




Comentario del poema El origen del mundo  (Carlos Marzal)


El poema, que parte de la observación de un cuadro, es una sublimación del sexo femenino, visto desde su trascendencia y su simbología, más allá de esas concepciones estereotipadas que reducen su papel al mero objeto del deseo.
En una primera parte que abarca las dos primeras estrofas y que se formula con oraciones enunciativas negativas se nos habla de lo que no es el sexo femenino: ni el refugio en el que el hombre consuela frustraciones y apetitos, ni el centro del entramado amoroso y las elucubraciones literarias.


No se trata tan sólo de una herida
que supura deseo y que sosiega
a aquellos que la lamen reverentes,
o a los estremecidos que la tocan
sin estremecimiento religioso,
como una prospección de su costumbre,
como una cotidiana tarea conyugal:
o a los que se derrumban, consumidos,
en su concavidad incandescente,
después de haber saciado el hambre de la bestia,
que exige su ración de carne cruda.


No consiste tan sólo en ese triángulo
de pincelada negra entre los muslos,
contra un fondo de tibia blancura que se ofrece.
No es tan fácil tratar de reducirlo
al único argumento que se esconde
detrás de los trabajos amorosos
y de las efusiones de la literatura.




En la segunda parte, que abarcaría la tercera estrofa, a través de una generalización se hace una defensa del cuerpo, que no es sólo una máquina perfecta, sino que encierra también un trabajo espiritual.


El cuerpo no supone un artefacto
de simple ingeniería corporal;
también es la tarea del espíritu
que se despliega sabio sobre el tiempo.
El arca que contiene, memoriosa,
la alquimia milenaria de la especie.






La tercera parte abarcaría el resto del poema, es decir, la cuarta estrofa y los tres versos que la siguen: uno suelto y dos unidos formando el cierre. Esta parte empieza con una especie de advertencia hacia los hombres “esclavos del deseo” para que tengan en cuenta en ese “contacto” la trascendencia del acto. Esta parte es muy importante porque cambia la persona a media estrofa e incluye la primera persona del plural, para ello quiebra un verso: “un conjuro ancestral. /Nos dirigimos/, el yo poético se diluye entre el resto de los hombres y es muy significativa porque expresa esa sublimación del sexo femenino, su simbología a través del tiempo.


Así que los esclavos del deseo,
aunque no lo sospechen, cuando lamen
la herida más antigua, cuando palpan
la rosa cicatriz de brillo acuático,
o cuando se disuelven dentro de la hendidura,
vuelven a pronunciar un sortilegio,
un conjuro ancestral.
                                             Nos dirigimos
sonámbulos con rumbo hacia la noche,
viajamos otra vez a la semilla,
para observar radiantes cómo crece
la flor de carne abierta.


La pretérita flor.


Húmeda flor atávica.
El origen del mundo.




Poema que consta de 38 versos, distribuidos en cuatro estrofas de 11, 7, 6 y 11 versos, hay después un verso suelto y una estrofa de dos que cierra el poema. La mayoría de los versos son endecasílabos propios, salvo cuatro alejandrinos y cinco heptasílabos. Los metros son clásicos y el ritmo es endecasílábico, aunque se vea reforzado por otros recursos. Está escrito en verso blanco, pero contiene bastantes asonancias: quizá la más notable es la ú-a, colocada en dos ocasiones a final de estrofa y como rima interna en las palabras “blancura” (v.14), “derrumban” (v.8), “supura” (v. 2), posiblemente no descartadas o buscadas por el poeta.


En ningún momento se cita por su nombre el elemento descrito, se recurre para ello a la perífrasis ya en el título: “El origen del mundo” que se repite en el verso final, dando circularidad al poema. Esta perífrasis nos introduce también en el tema: importancia de la trascendencia espiritual y atávica del sexo femenino, más allá de las connotaciones puramente “carnales”.  Otras perífrasis de gran relieve:


-Una herida que supura deseo…
-que sosiega a aquellos que la lamen…
-a los estremecidos que la tocan…
-a los que se derrumban…
-ese triángulo de pincelada negra entre los muslos…
-fondo de tibia blancura que se ofrece…
-la alquimia milenaria de la especie
-la rosa cicatriz de brillo acuático


Alguna de estas perífrasis son también metáforas o imágenes de gran belleza y plasticidad, a las que hay que añadir otras imágenes que sirven al autor para designar de forma elocuente lo que no nombra:


-la hendidura
-la flor de carne abierta
-la pretérita flor
-húmeda flor atávica.


Entre los recursos semánticos, encontramos también la comparación:


-como una prospección de su costumbre
-como una cotidiana tarea conyugal


En este caso seguidas, formando una anáfora y una construcción casi en paralelo.
Dentro de este mismo campo aparece una sinécdoque “El cuerpo no supone un artefacto” (aquí el todo por la parte). Aunque se está hablando concretamente de una parte del cuerpo, este uso le sirve al poeta para generalizar y desmitificar el cuerpo como tal, centrándose en la espiritualidad.
Son frecuentes los encabalgamientos suaves que acentúan el ritmo  marcado por la métrica: “No consiste tan sólo en ese triángulo/de pincelada negra entre los muslos,”
Hay una fuerte presencia de paralelismos que, como se cita más arriba, incluyen a veces una anáfora:


-No se trata tan sólo de una herida
-No consiste tan sólo en ese triángulo
-Cuando lamen la herida más antigua
-Cuando palpan la rosa cicatriz
-o a los estremecidos que la tocan
-o a los que se derrumban


Es importante la presencia de los adjetivos, en particular los que califican al elemento designado, algunos con valor de epítetos:
-concavidad incandescente – pincelada negratibia blancura- (en este caso incluye una sinestesia)-alquimia milenaria- la herida más antigua- la rosa cicatriz- brillo acuático-la flor de carne abierta- la pretérita flor- húmeda flor atávica.
Es muy notable  el cambio de persona, de la tercera a la primera del plural: “Nos dirigimos…” que permite la inclusión del poeta y que aparece resaltada quebrando el endecasílabo del verso 31 (6+5).


Podríamos citar también las aliteraciones, a modo de ejemplo destacamos la sugerencia de la aliteración de la ese en los dos primeros versos: “No se trata tan sólo de una herida/que supura deseo y que sosiega…”


Es un poema muy elaborado formalmente en el que encontramos muchos recursos entre los que destacan los de tipo semántico: imágenes, metáforas, comparaciones y sinécdoque. Abundan también los recursos sintácticos como la perífrasis el paralelismo o el epíteto. En ningún momento se nos nombra el elemento descrito: se designa mediante perífrasis e imágenes. Esto no dificulta su comprensión, pues a pesar de esa elaboración minuciosa y tan cuidada formalmente, es un poema claro y tiene un desarrollo lineal. Teniendo en cuenta que parte de la contemplación de un cuadro, encontramos una gran plasticidad en la expresión y una gran belleza en las imágenes, sin apartarse de ese realismo físico, con una gran fidelidad hacia la pintura.




Taller de Comentario de textos poéticos
Juliana Mediavilla Pablo
Grupo Metáfora

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2 Comentarios

  1. Magnífico tu comentario, Juliana. Felicidades!

    Un abrazo.

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  2. Magnífico artículo, querida amiga, un placer ver el cuadro y leer el poma desde tus ojos. Versos y besos

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